La boda de Alison y Gareth se celebró en Camp Wing, un campamento de verano situado en Duxbury (Massachusetts). Los novios querían pasar todo un fin de semana con sus invitados, disfrutando al máximo todos los minutos, por lo que buscaron un espacio asequible a todos los bolsillos. Sabían que iba a ser una gran y divertida sorpresa para todos, ya que la mayoría tuvieron que dormir en literas en las cabinas del campamento o en una construcción a modo de fuerte del oeste, en la que los niños disfrutaron como enanos. Me gusta mucho la idea que tuvieron los novios para que los invitados se conocieran entre sí antes de la boda para de esta forma romper el hielo, organizaron durante toda la mañana del sábado actividades en grupo típicas de campamento. Aunque en un principio la idea era que fueran al aire libre, esta opción se tuvo que posponer al domingo ya que el día amaneció con una lluvia torrencial. Pero eso no les desanimó, todo lo contrario, fue una magnífica oportunidad para poder hacerse un reportaje de fotos diferente al que habían imaginado. Por suerte al día siguiente pudieron hacer todo lo que quedó pendiente y disfrutar con sus invitados de carreras en canoa, tiro con arco y un montón de actividades más. El estilismo de la novia es muy sencillo pero me ha gustado mucho, aunque inicialmente Alison se compró su vestido sin tenerlo muy claro del todo, a medida que iban avanzando los días cada vez le gustaba más por lo que dejó de buscar una alternativa y se decidió por el modelo elegido. La diadema de J. Crew fue un regalo de su mejor amiga y madrina de honor y aunque en un principio pensaba usar otra, cuando la vio decidió que era el complemento perfecto para su vestido. La ceremonia se celebró en el interior de lo que parece ser que había sido un granero, por lo que todos los detalles tenían u marcado carácter rústico. Para la distribución de las mesas utilizaron una cuerda de la que con pinzas colgaron corazones de papel con el nombre de los invitados, a modo de tendedero. Y el sitting de mesa se confeccionó con hojas de papel de un antiguo volumen de la enciclopedia Columbia publicado en 1943, que hizo las veces de caminos de mesa individuales. Para los centros de mesa utilizaron bandejas de metal sobre las que colocaron hierba y velas de distintos tamaños adornadas con mariposas de papel de colores. El número de mesa estaba pintado sobre una piedra, enfatizando el ambiente rústico. El espacio, al tener tanto las paredes como el techo en madera oscura se suavizó con lucecitas, pantallas redondas japonesas y guirnaldas blancas de papel, suavizando el ambiente y dotándolo de luz. Y, para los postres, en lugar de pastel, los novios quisieron servir un postre que definiera un poco su relación, por lo que se decidieron por los helados y qué mejor forma que servirlos que alquilando un camión expresamente para la ocasión, fue tal el éxito que tuvo que creo que nadie echó de menos el pastel de bodas.

Fotografía: One Love Photo’s

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