Estos días, que ya parecen casi más de invierno que de otoño, disfruto muchísimo quedándome en casa las tardes del fin de semana. Soy alma de verano y el hecho de que a las seis de la tarde ya no quede un rayito de sol que me ilumine hace que mi mente sólo piense en mantita, sofá y cine, libros o inspiración bodil. Cuando me da por esto último no puedo evitar quedarme atrapada con las bodas de invierno. Ya sabéis que me encantaría celebrar una segunda boda o quizás un aniversario en esta época del año, una época que encuentro tremendamente romántica y en la que se pueden llevar
