Mi abuela siempre decía que el pan nunca podía faltar en una mesa a la hora de comer, quizás por eso me gusta tanto. Y creo que, como siempre, tenía razón. Ahora que llevo unos días a dieta creo que es de los alimentos que más me ha costado prescindir y es que a mí el pan me gusta de cualquier tipo, tamaño y gusto, cuanto más variado más divertido: de ajo, de olivas negras, de nueces, de cebolla, de coca… si por mi fuese podría sobrevivir comiendo solamente pan. En una boda el pan también puede convertirse en imprescindible, pero no sólo como parte del menú, también podéis darle otros usos igual de importantes y mucho más originales. A mí particularmente me gusta mucho la opción de ofrecerlo como regalo a vuestros invitados, acompañado por ejemplo de un tarrito de confitura o de miel, me parece una idea muy artesana y natural, además de práctica, perfecta para una boda rústica. También podéis utilizarlo como sitting de mesa, cubriéndolo con un paño bonito de cuadros o incluso de ganchillo, atado con una cuerda o cinta que sujete una tarjeta con el nombre de cada invitado. La idea de incluirlo en la recena también me parece ideal. Podéis ponerlo en el interior de una cajita individual y personalizada, tipo ‘pack de supervivencia de medianoche’ con un poco de fruta, quesos variados y diferentes tipos de pan, ¿no os parece una idea genial para una boda al aire libre? Seguro que después de unas horas de baile más de un invitado os lo agradecerá. Sea como sea, el caso es que, como decía mi sabia abuela, el pan no debería faltar en vuestra mesa de boda.