El sol de otoño al atardecer es uno de los más cálidos del año, si además ese atardecer tiene lugar en un entorno natural, en el campo, con unas vistas despejadas y un horizonte abierto, entonces ese momento se transforma en una escena mágica llena de romanticismo y ternura. Eso es precisamente lo que sentí cuando recibí la sesión que hoy comparto con vosotros en el blog. Con una estética muy cuidada y unos detalles donde lo rústico y lo natural comparten protagonismo. Para la sesión se ha utilizado una gama cromática de granates, verdes, azules y grises, además de contrastes en tonos dorados y ocres, aprovechando la naturalidad de
