Cuando llega el verano y con él las vacaciones, una de las imágenes que más viene a mi memoria es la de los campos de trigo bañados por el sol, esos campos eternos salpicados de alpacas que transforman su tonalidad a medida que avanza el día. Son para mí recuerdos de una infancia feliz y familiar, de veranos en los que el tiempo parecía no transcurrir, de tardes de río y horas incansables de bicicleta, amigos y verbenas. Un paisaje que me sigue acompañando cada verano y que hoy, a falta de un día para que la estación comience, me ha inspirado a la hora de escribir este post dedicado