Aunque Elena y Carlos son de Madrid, quisieron casarse en un lugar especial, el Balneario de Panticosa en el Pirineo Aragonés. Los dos son unos enamorados de la zona y ya que la suya iba a ser una boda de invierno, qué mejor lugar para celebrarla que rodeados de impresionantes montañas nevadas. A pesar de que el paisaje exterior  era muy natural, lo que ellos buscaban para su boda era precisamente algo diferente, nada de blancos ni de rosas típicos de una boda clásica, tampoco querían flores, lo que realmente buscaban era dar a la boda un punto más vanguardista y moderno, rozando incluso lo industrial. Para ello contaron con