Sí, ya lo sé, las temperaturas están bajando, se acerca la vuelta al cole y al trabajo y eso siempre significa una cosa: que el verano se acaba. Pero no quiero dejar pasar la oportunidad de hablaros de un postre que me chifla y que siempre me devuelve a mi infancia: los polos. Y no me refiero a los cornetes de múltiple variedad de sabores ni a las fantásticas tarrinas de gustos tan originales como imposibles, me refiero al polo de toda la vida, a ese trozo de hielo con sabor a fresa, naranja o limón sujeto con un pequeño palo de madera. ¡Si es que hasta estéticamente me parece