La mayoría de las que me seguís a diario ya sabéis que una de mis últimas pasiones es el crochet o el ganchillo, como es más conocido en nuestro país. Creo que a medida que vamos cumpliendo años vamos cambiando y lo que antes nos parecía aburrido, con el tiempo puede resultarnos apasionante. Algo parecido es lo que me ha pasado a mí con el ganchillo, una labor que siempre me recordará a mi abuela. Recuerdo que se pasaba las horas muertas haciendo fundas para los cojines de las sillas, tapetes para la mesa camilla o chales por los que ahora daría lo que fuera por recuperar. Ironías de la