Los deseos, como los sueños, nos acompañan a todos desde que nacemos. Algunos los vamos consiguiendo a medida que pasan los años, el deseo de ser mayor, de conducir un coche, de dedicarnos a una profesión, de casarnos… Pero otros, por parecernos a veces imposibles o inalcanzables se quedan ahí aparcados, en una parte de nuestro corazoncito llamada esperanza que visitamos con frecuencia los días que estamos más tristes o cuando más necesitamos que se cumplan. Todos los deseos son importantes pero quizás los más urgentes son los de los niños, sobre todo niños con enfermedades crónicas o que se ven obligados a pasar sus días en un hospital, cuando