Los molinillos de papel me han acompañado durante toda mi niñez. Me encantaba ver cómo giraban cuando soplaba un poco de viento. Podía pasarme horas mirándolos y cada vez que pasábamos delante de un quiosco al aire libre mi padre tenía que parar a comprarme uno si no quería pasarse toda la tarde frente a él. Por eso me parece un elemento decorativo que puede quedar muy naïf en una boda. La verdad es que si lo pensáis bien podéis darle muchísimos usos. A mí se me ocurre utilizarlos de muchas formas, por ejemplo como seating de invitados, es tan fácil como colocar en su palito de madera una etiqueta