Ayer fue uno de esos días en los que no paras, bueno eso últimamente se ha convertido en mi día a día, pero además el tiempo no acompañaba y a mí el tiempo me influye mucho, no sabéis cómo. Todo el día mirando el reloj, corriendo de un lado para otro, el despacho, la casa, vuelta al despacho, los niños y ante este panorama sólo faltaba la lluvia y los nubarrones sobre mi cabeza siguiéndome a cualquier parte. Cuando por fin tuve un momento de tranquilidad, a eso de las diez de la noche cuando ya la casa suele estar en calma y me preparo mi infusión relajante, dejé unos