Recuerdo que una de las cosas que más me preocupaba cuando organicé mi boda era el regalo que iba a dar a los invitados. Curiosamente suele ser algo que la mayoría de los novios dejan para el último momento pero yo fue lo primero que compré. Me preocupaba mucho porque cada vez que pensaba en ello me venía a la mente un armario del comedor de casa de mis padres que estaba lleno de regalos inútiles de bodas pasadas, cosas que no tenían utilidad práctica, algunas incluso de dudosa estética, con nombres grabados de parejas a las que ya casi ni recordaba. Yo soy partidaria de que los regalos de