Tengo una amiga abogada que lleva una vida de lo más estresada, siempre está liada con juicios, denuncias, divorcios, custodias y malos rollos de esos de los que todos solemos huir. Cuando sacamos un poco de tiempo para nosotras (que por desgracia no suele ser tan a menudo como quisiéramos) y quedamos para cenar o tomar un café, a veces consigo que se relaje por unos segundos, bueno no lo consigo yo sola suele ayudar una tila o un gin-tonic según la hora a la que quedemos. Es entonces cuando suspirando, recostada en el respaldo de su silla, cierra los ojos y dice: ‘Si algún día lo dejo, quiero una