La mayoría las llaman lecheras pero a mí me gusta llamarlas cantarillas, porque así se las conoce en el pueblo de mis padres desde que tengo uso de razón. Siempre me han gustado, como todos los objetos antiguos, pero especialmente los que me traen recuerdos de mi infancia, que siempre ha estado ligada a ese pequeño pueblecito enclavado en un verde valle soriano. Recuerdo cuando en las noches de agosto mi abuela me enviaba a la cuadra de la vecina, que todavía tenía vacas, a recoger nuestra cantarilla de leche. A veces llegaba un poquito antes y podía verla todavía ordeñándolas, es una imagen que nunca olvidaré, me podía quedar