Por aquí ya empieza a sentirse la llegada de la primavera, los campos están mudando su tono ocre para dar paso al intenso verde hierba que tanto me gusta, el sol de mediodía nos regala unos minutos más cada tarde y la brisa del mar cada vez es más suave. Pero si hay un signo indiscutible de su inminente llegada son los cerezos en flor. Por las mañanas, durante mi paseo diario, me voy encontrando algunos en el camino, otros asoman desde el jardín de algunas de las casas cercanas y animan la caminata avisando de la llegada del buen tiempo. El paisaje que crean parece como sacado de un