Cada verano, cuando vuelvo por vacaciones a casa de mis abuelos, me gusta pasarme una tarde abriendo arcones, cajones y armarios buscando pequeños objetos que con el tiempo van quedando olvidados en su interior. La verdad es que es increíble todo lo que se puede guardar a lo largo de una vida.  Una de las cosas que encontré este año fue un pomo de cristal antiguo, estaba en una esquina en el fondo de un cajón y brillaba tanto que me quedé prendada. Debió pertenecer a algún mueble que por alguna razón ya no está en casa o quizás fue mi abuela la que lo encontró en algún sitio y