La protagonista del post de hoy no es la típica novia al uso, de entrada porque nunca pensó en casarse. Pero el destino es caprichoso y un día, al cumplir los 24 años, una fotografía que vio en una revista de bodas le despertó el gusanillo, se trataba de una decoración de boda con tarros de cristal convertidos en lámparas y colgados en un árbol a diferentes alturas.  Esa idea, junto con la de celebrar su fiesta en un granero, le acompañó hasta que encontró al hombre de su vida. Él tampoco era el típico novio al uso, así que decidieron organizar su boda según sus gustos e ideas y,